Hoy tenía una lista interminable de tareas, como siempre, y a la mitad de la tarde me permití acostarme un rato porque no podía más. Si pierdo la atención en mi, tiendo a ignorar sistemáticamente mis necesidades y vivir como si fuera un súper heroína todopoderosa.
Sin embargo, no pude descansar sin culpa ni auto castigo porque según mi sistema nervioso si no trabajo o hago algo, lo que sea (pero que sea productivo), puedo morir. Por otro lado el juez interno, siempre esperando su momento de meter bocado, sale muy rápidamente a criticar: Cómo se me va a ocurrir descansar si mira todo lo que me queda por lograr en términos laborales, económicos, personales, etc., etc., etc., así siempre vas a ser una mediocre.
¿Cuántas cosas nos dice nuestro ego para no permitirnos entrar en zona de liberación? ¿Cuántos mandatos y creencias nos impiden simplemente hacer una pausa y recibir? ¿Cuánto miedo tenemos a nosotras mismas que no nos permiten escuchar nuestra propia voz?
Aprender a escucharme y recibir es uno de los desafíos más grandes de mi vida, no estar aterrada por no estar haciendo o logrando algo. Una lucha constante entre una mente en estado de alerta y un cuerpo y alma que dicen basta, relajate, escuchá, confiá, está todo bien, dejate ser.
La voz del auto sabotaje es sutil y hábil manipuladora y, si bajamos la guardia, nos aprieta cuando más vulnerables estamos. En mi experiencia, cuando más insistente estoy con el hacer y hacer, más está sucediendo a nivel interno y, la productividad, es solo una forma de escapar de mí. La idea loca que subyace a este mecanismo es la de que, a lo mejor, si me muevo suficiente, quizás logre evitar el miedo y el dolor intrínsecos a la existencia…
En esos momentos es clave y necesario buscar recursos que nos permitan salir de ahí sin evadirnos del contacto con nosotras mismas. Estos son solo algunos:
Respirar, escuchar y sentir mis necesidades reales, meditar, conectar con mi cuerpo a través del movimiento consciente (danza, yoga, meditacion activa), hablarme con palabras amorosas y compasivas de auto contención, respetar mis tiempos, conectar con mi deseo, enfocarme en la abundancia, agradecerme lo que sí me doy y, por supuesto, charlar con una persona que sepa recibirme y contenerme, hacer terapia y/o participar de espacios y grupos terapéuticos.
Puedo hacerlas todas, algunas o solo una. Lo que necesite para llegar a la calma y liberarme del auto castigo condenatorio. Vale el esfuerzo al menos intentarlo, sin excusas de tiempo o espacio, porque no poder parar a disfrutar de la vida es lo más parecido al infierno en la tierra.
Si sientes que necesitas acompañamiento terapéutico puedes contactarme a través de la pestaña de contacto. Con gusto coordinaremos una entrevista sin costo para conocernos y charlar de tu proceso.