Entró al mar con la emoción contradictoria del hogar que se deja atrás para entregarse a un gran amor. En su interior sintió como su humanidad se contraía en la nostalgia que abre paso a la expansión del alma. Ese océano azul tormenta pacientemente la esperaba hacía siglos, ella lo intuía desde otra vida. El mar fue su único amante, y él, inmenso y misterioso, rugía de amor en cada romper embravecido. En su danza hipnótica, la llamaba, y ella, narcotizada por la canción de su infinito vaivén, sabía que llegaría la hora de entregarse. Ese día entró en sus aguas sombrías aceptando el destino susurrado en las olas hacía tiempo. Ambos sabían que ese amor frenético y furioso, era de esos en los que se deja la vida.
Gimena Iris
Mi nombre es Gimena Barboza
Me gusta pensarme como terapeuta multiapasionada ya que mi formación deriva de muchos campos diferentes que confluyen en lo que hoy soy, expreso y ofrezco en mis espacios de trabajo. Mi camino ha sido muy variado, siempre transitando entre lo expresivo corporal, lo creativo y lo terapéutico. Desde mi rol de docente amo el trabajo corporal expresivo en conexión con lo emocional y los planos más sutiles del ser.